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martes, 16 de noviembre de 2010

Desinformación sobre los acontecimientos en el Sáhara

En el país del domingo 14 de noviembre he leído un artículo en el que se dá cuenta de las quejas de las autoridades marroquíes con respecto a la actuación de los medios de comunicación españoles en los acontecimientos que están sucediendo últimamente en el Aaiun.

De su lectura se desprende que dicho comportamiento merece una autocrítica por parte de los propios medios, que en ocasiones han incurrido en graves irresponsabilidades que justifican el malestar de las autoridades de Marruecos, aunque no desde luego el bloqueo informativo que dichas autoridades han impuesto.

Lo cierto es que las informaciones sobre lo que está ocurriendo e son contradictorias, por lo que las críticas a la prudencia con que está actuando el gobierno español  me parecen injustificadas. Parece  lógico aplazar las declaraciones de condena, en su caso, hasta que se sepa realmente lo ocurrido. De momento lo que se pide es contención y transparencia, que en mi opinión es lo correcto.

Si se confirmara  que entre los fallecidos se cuentan agentes de seguridad marroquíes habría que evaluar también, y tal vez también condenar, la actitud de los activistas saharuis, que tantas simpatías despiertan en la opinion pública española, por lo general recelosa ante Marruecos.

La descolonización española del Sahara fue un desastre cometido por la dictadura de Franco hace  treinta y cinco años, del que el gobierno español actual obviamente no es responsable;  apelar hoy a su consideración de "potencia colonial" me parece un anacronismo absurdo y sin sentido, pues el único papel que puede jugar hoy España es el de intermediar para que saharahuis y marroquíes alcancen un acuerdo, que es lo que se está haciendo, y como en cualquier otro lugar o contexto, condenar las violaciones de los derechos humanos, siempre que se tenga constancia cierta de las mismas.

Las relaciones entre España y Marruecos son una cuestión de primer orden  sobre la  que la opinión pública merece estar debidamente informada, por lo que los medios de comunicación deberían tomarse su trabajo de informar un poco más en serio.

Por cierto,  a propósito de la cuestión un magnífico artículo de Miguel Ángel Aguilar.

domingo, 14 de noviembre de 2010

Carmen Calvo magistral

El pasado viernes tuve la ocasión de asistir a una conferencia impartida por la exministra de Cultura y actual presidenta de la Comisión de Igualdad del Congreso, Carmen Calvo, de la que salí muy gratamente impresionado.
Imposible resumir en unas líneas la magistral exposición con que abordó diferentes cuestiones relacionadas con la violencia de género y sus causas y características. La amenidad de su exposición y la profundidad y clarividencia con que supo hilvanar su discurso queda para el numeroso público que tuvo la suerte de asistir a su magnífica conferencia.
Sólo me dentendré en algunas ideas que llamaron mi atención, simplemente para exponerlas.
En primer lugar el perfil del maltratador, que en la generalidad de los casos no es un sádico sino un hombre frustrado que proyecta su frustración contra la mujer que tiene a su lado y le sirve de sustento, al ser incapaz de reividicarse frente a la sociedad.
Por otro lado el modelo vital que se nos induce a cada momento y desde todos los frentes, en el que la felicidad del hombre se identifica con su capacidad de consumo infinito de bienes materiales, lo que trae consigo su permanente frustración, al constituir un objetivo vital de imposible cumplimiento.
También un dato para la reflexión: últimamente el número de suicidios supera al de fallecimientos por accidentes de tráfico.
Y una interesante consideración con respecto a las carencias del modelo educativo institucional, en el que se sobrestiman los conocimientos científicos por encima de los valores y el entrenamiento de los comportamientos humanos, así como de la educación familiar, que abdica de inculcar a los hijos el sentido de la responsabilidad y del deber, con la consiguiente generación de analfabetos sociales incapaces de asumir las obligaciones que conlleva la vida independiente.
Por último, la necesidad imprescindible de que la incorporación en plano de igualdad de la mujer a la vida social en todas sus dimesniones, traiga también consigo el equilibrio social de los valores masculinos y femeninos, actualmente inexistente por preponderancia de los primeros, y muy particularmente el de la ternura tanto en el tratamiento de los asuntos públicos como de los privados.