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miércoles, 29 de junio de 2011

Mensaje electoral y proyecto alternativo

Hasta ahora el PS de Melilla se centrado en determinar las causas de la derrota, y ello está bien, pero sería preciso dar al análisis un enfoque tal vez más interesante: el de interpretar cual es el mensaje que encierra esa derrota.

¿Qué han querido decir los melillenses con su voto?

Mi conclusión es clara, la ciudadanía de Melilla no ve al PS como una alternativa atrayente e ilusionante. Y no se trata de endosar culpas a nadie, tampoco a la actual dirección del partido pues es cierto que los deficientes resultados electorales se vienen cosechando desde hace bastante tiempo.

Pero del mismo modo que con distintas direcciones en el partido los resultados han sido parecidos a los actuales, hay que reparar en que éstos resultados también se han producido con diferentes adversarios en el gobierno.

Me parece muy simplista y equivocado endosar nuestras limitaciones al adversario. Sería como ponernos una venda en los ojos. Más nos valdría mirarnos a nosotros mismos en el espejo y ser capaces de interpretar cómo la ciudadanía nos está viendo.

Y parece evidente que la ciudadanía no ve al PSOE como alternativa. Cuántas veces no hemos oído criticar abiertamente al partido popular y a su comportamiento en el gobierno, para a renglón seguido afirmar que lo que ofrece la oposición no es mejor. Esta opinión está muy generalizada, asumámoslo, no para flagelarnos, sino para buscar soluciones. Nuestro partido no se puede resignar a la irrelevancia.

La ideología no se puede quedar en meras grandes palabras que reconforte pronunciar. Siempre he creído que la ideología de izquierda existe para hacerse realidad y que para ello se debe traducir en una opción posible y real. Una opción que debe conectar con la gente y no quedarse en la autocomplacencia.

Y no estoy de acuerdo con quien sostenga que Melilla es una ciudad de derechas en la que poco o nada se puede hacer. No es cierto. Melilla ha votado masivamente izquierda cuando la izquierda era un referente político y social atrayente. No nos engañemos, si ahora no la vota es porque no lo es.

Sin querer ser exhaustivo, en mi opinión un proyecto atrayente, una alternativa que verdaderamente lo sea, además de valores que puedan ser razonablemente compartidos requiere otros elementos:

  • Cercanía e identificación con la sociedad. Algo en lo que percibo que estamos fallando. Ya lo he dicho en otras ocasiones, veo a nuestros cuadros y dirigentes muy solos y aislados. Para ser una alternativa creíble de gobierno deberíamos implicarnos más socialmente. Eso requiere una doble vía de actuación, por un lado hacernos más visibles en los actos y acontecimientos sociales, en las redes sociales y en los círculos sociales, y por otro lado también requiere incorporar a nuestros proyecto a más personas de mayor proyección y capacidad de influencia.
Buscar un ensamble con los ámbitos universitario, educativo, sanitario, en el campo sindical, pero también en el del comercio local y de la empresa, en el de los profesionales liberales y las organizaciones sociales y las comunidades religiosas; acercarnos y acercar a personas con peso e influencia reconocida y reconocible, capaces de dar solvencia a nuestra alternativa y arrastrar a los muchos indecisos y abstencionistas.
Pero para conseguir esto hay que hacer un esfuerzo y también asumir algunos cambios. Para ello nuestro partido debe dar una imagen más abierta y amable que la que tiene. En todos los aspectos. Más entrañable, incluso entre nosotros mismos. Evitar la crispación extrema que tanto rechazo produce en tanta gente; tanto más me atrevo a decir cuanto mayor es la calidad de la persona.
Ya he dicho e intentado explicar en otras ocasiones porqué, en mi opinión, evitar la confrontación no es sólo una cuestión de higiene cívica y democrática sino también la opción estratégica que más nos conviene.

  • Un segundo requisito es el rigor en nuestros planteamientos, lo que implica formular propuestas sensatas ampliamente debatidas y consultadas con los sectores interesados, sobre todo en las de más calado. Es necesario activar la organización sectorial del partido, que no propicia suficientemente el debate interno.
Evitar las ocurrencias con las que a veces nos encontramos, que por lo general se vuelven en contra, y sobre todo evitar estar siempre en el no, porque esa reiteración nos resta credibilidad. Hay que estar dispuesto a reconocer el acierto del adversario porque así nuestras críticas serán más creíbles.
La gente no es tonta y sabe distinguir cuándo una crítica es certera, pero también lo es para percibir cuándo es mera consigna o estrategia.

martes, 21 de junio de 2011

Causas y mensajes

Algunos dirigentes politicos son tan egocéntricos y engreídos, que en las derrotas electorales se devanan los sesos intentando encontrar justificaciones y causas, en vez de aguzar los sentidos y abrir la mente para percibir y comprender los mensajes que los votantes les mandan.

jueves, 16 de junio de 2011

La concertación como alternativa conveniente


Para el Partido Socialista los resultados de las elecciones en Melilla han sido malos, muy malos.
Las causas que pueden explicar la debacle son, sin duda, el pernicioso pacto mantenido con CpM durante los últimos tres años, y también la crisis económica que azota al país y se ceba principalmente con el gobierno y el partido que lo sustenta.
Pero en mi opinión ese rechazo también está revelando el fracaso de una política de oposición crítica y radical, basada en la confrontación a veces descarnada.
No quiero decir que sea el PS el único culpable del insoportable clima de crispación en que ha desenvuelto la Asamblea de Melilla durante la última legislatura, pero también pienso con sinceridad que no ha sido ajeno a ella.
Lo que resulta evidente es que el partido con su estrategia actual no es percibido como una alternativa al PP; no convence, no entusiasma y no general confianza.
Yo creo que es necesario dar un giro estratégico y cambiar la política de confrontación por otra de colaboración. En el programa electoral se recogen algunas iniciativas muy positivas para la ciudad que el partido debería intentar plasmar en realidad.
Cómo hacerlo, es la pregunta que a continuación se plantea. Yo creo que la única forma posible es la de recurrir a un instrumento tan apropiado para estos efectos como generalmente olvidado: la negociación y a ser posible el acuerdo.
Claro que negociar lleva consigo una serie de exigencias: por lo pronto la de ser capaz de ceder, y también el deber de lealtad y respeto hacia la otra parte; porque sin esos condicionantes la negociación ciertamente es imposible.
Yo creo que hay que llevar a la Asamblea lo que al menos de momento sigue siendo  una realidad entre los melillenses, capaces de relacionarse por encima de ideas y afinidades políticas. Porqué no pueden nuestros representantes políticos relacionarse con la misma naturalidad.
Creo que es un cambio de actitud necesario atendiendo a una mera consideración de higiene democrática y de exigencia ética, casi moral. Un partido que ha llevado la educación para la ciudadanía a las aulas no debería contribuir en modo alguno a que algunos plenos de la Asamblea se conviertan en acontecimientos no aptos para menores; con un efecto por lo demás absolutamente nocivo para la imagen y el prestigio de la política y los políticos.
Pero es que además ese cambio de actitud le beneficia estratégicamente. El PS en Melilla sólo puede crecer atrayendo a votantes de centro,  por definición moderado, o procedentes de la enorme masa de abstención, que muchas veces lo es porque está harto de una confrontación que poco contribuye a resolver los problemas. A la izquierda del PS hay muy pocos votos por lo que muy poco es lo que le beneficia radicalizar el discurso.
El PP no va a facilitar ese cambio de actitud, porque se siente cómodo en estas circunstancias. Ellos controlan los medios de comunicación y gozan de todas las ventajas que se deriva de ocupar el gobierno. Sin embargo, eso no debería ser una excusa para que el PS eludiera un cambio estratégico que le reportaría beneficios a medio y largo plazo.
Es verdad también que este periodo de enfrentamiento ha dejado muchas heridas abiertas, pero igualmente afirmo que éstas no deberían condicionar una estrategia.
Una ocasión para exteriorizarlo y ponerlo en práctica es la sesión de investidura; un acto idóneo por su solemnidad y visibilidad para mostrar una disposición sincera y leal para la colaboración en temas de ciudad y al mismo tiempo exigir respeto la oposición a los miles de votos que están detrás de ella.

Hay dos temas de ciudad que podrían constituir un marco de consenso: la ampliación del puerto y la conformación de Melilla como un foco de formación y conocimientos.
Melilla tiene que encontrar un modelo económico y tiene que hacerlo ya, para que dentro de diez o quince años ese modelo pueda estar funcionando y dando a la ciudadanía las oportunidades que se merece.
Sin embargo nuestras posibilidades de desarrollo económico hoy por hoy son muy limitadas: el comercio puede crecer paro no mucho, y lo mismo le pasa al turismo, en tanto que los servicios públicos no son suficientes para dar ocupación a una población que sigue creciendo.
El Partido Popular lleva tiempo machacándonos literalmente con su proyecto de la ampliación del puerto. Un proyecto que ofrece muchas dudas en cuanto que verdaderamente pueda resultar generador de tantos empleos como se dice, e incluso de que resulte realmente competitivo en nuestro entorno, amen de los inconvenientes medioambientales que presenta.  No obstante, tal vez haya llegado el momento de mostrar interés sincero en que se explique ese proyecto y se analice en qué consiste.
Otro tema de ciudad es el que propone a Melilla como un centro de difusión de conocimiento y formación que irradie hacia nuestro entorno tanto peninsular como magrebí. Uno se pone a pensar si Melilla podría ser verdaderamente un referente educativo de primer orden al nivel universitario, ofertando titulaciones con demanda en nuestro entorno: farmacia, medicina, ingenierías; he aquí otro campo posible para la negociación y el acuerdo.

jueves, 2 de junio de 2011

Rubalcaba y liderazgo necesario


No recuerdo si es al exasperante Murphi a quien se le atribuye una de esas leyes que irremediablemente se acreditan a cada paso a través de nuestra experiencia.
La ley a la que me refiero guarda relación con el ascenso de las personas en las estructuras organizativas jerárquicas de cualquier naturaleza, y viene a señalar que todo sujeto asciende en una jerarquía organizada justo hasta la posición en que alcanza su nivel de incompetencia.
Ese es su enunciado básico, que se complementa con la explicación de que a partir de ese nivel la falta de capacidad le impide alcanzar un rango superior en la escala.
La conclusión que se deriva de esa regla resulta tan paradójica como inquietante, pues nos conduce a la constatación de que la constelación de estructuras organizativas de todo orden que circunda nuestra existencia, resulta estar en manos de un tropel de excelsos incompetentes.
Esta regla o ley que en su día me hizo pensar, me ha venido a la cabeza en estos momentos en los que desde el Partido Socialista se ha venido a encontrar en Rubalcaba, o Alfredo si se quiere, que a estos efectos tanto da, la persona en quien se ha pensado para conseguir sacar al partido socialista del atolladero en que se encuentra.
La pregunta que a conticuación me he planteado es ¿ha alcanzado ya Rubalcaba su nivel de incompetencia y por tanto no debiera ioptar a la presidencia del gobierno?
Conste que siempre me he considerado y sigo siendo un acérrimo admirador de Rubalcaba, una de las cabezas mejor amuebladas no sólo del socialismo español sino de la entera clase política de España. Y conste también que no comparto que se trate de un personaje con una experiencia tan abultada que pudiera llegar a ser un lastre. Y mucho menos objetaría su edad, algo avanzada en relación con la absurda creencia de que a partir de los cincuenta la vida útil del político empieza a dar muestras de agotamiento. Nada de eso le resta un ápice de interés y fuerza al candidato.
Pienso que en otras condiciones Rubalcaba sería un excerlente candidato a la presidencia del gobierno, y también un excelente presidente. Sin embargo el reto que ahora se le plantea al PSOE me parece mucho más exigente. 
El reto ahora no consiste en afinazar un liderazgo personal, sino en conformar un nuevo liderazgo social y colectivo; un liderago que no se concreta ni personifica en alguien concreto, sino en la idea de que la organización cuenta con un proyecto creíble y con gente capaz de acometerlo; porque siento que eso es lo que hoy se hecha de menos. Para esa tarea Rubalcaba no me parece competente, como ningún dirigente aisladamente considerado podría parecérmelo; eso requiere un sustrato colectivo que en la actualidad no veo, precisamente porque nadie se ha preocupado en mantenerlo.