Acabo de leer que la ONU apoya que las mujeres musulmanas jueguen al fútbol con velo. La noticia reincide en un debate abierto en el que es fácil que se confundan los conceptos. Desde occidente, además, se aborda desde una visión un tanto cínica y cuando menos chovinista.
Es muy generalizada la opinión de que el uso del velo expresa la sumisión de la mujer musulmana, sin advertir que si lo consideramos tan superficialmente, el de la minifalda, por ejemplo, se podría también interpretar como un tributo de la mujer a los cánones machistas preponderantes, un planteamiento que todos sabemos que no es correcto.
La postura ante el velo musulman no creo que deba fundamentarse en la interpretación de su significado último, cuestión siempre discutible y complicada, máxime si anda la religión por medio, sino en el de su incidencia en la libertad individual de las mujeres.
Desde este punto de vista no hay mucha diferencia entre el hecho de que una mujer prefiera cubrir su rostro con un velo, o bien se complazca en lucir los atractivos de su cuerpo. Es cuestión de prefrencias.
Vivo en una ciudad en la que muchas mujeres usan velo, y me consta que, dentro de los inevitables condicionamientos culturales, la gran mayoría lo hace libremente. No es este uso del velo algo que deba ser mirado con recelo, como no lo es la decisión de una mujer occidental de lucir un escote pronunciado.
Al margen de nos gusten más o menos, ambos comportamientos son respetables y como tal deben ser respetados.
La cuestión es distinta cuando la indumentaria de la mujer viene impuesta por el hecho de serlo, ya se trate del velo de la mujer musulmana, como de la longitud de la falda de unas azafatas. Lo relevante es si la mujer está obrando líbremente, porque la libertad, a diferencia de las preferencias y los atuendos, es un valor universal que sí debe ser preservado.
Es en esto en lo que las autoridades de la ONU debieran fijarse. En si el uso del velo en el deporte viene impuesto.
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