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sábado, 4 de septiembre de 2010

Educación en tiempos de crisis

Entre el marasmo de contradictorias prospecciones sobre el futuro económico que nos espera, se abre paso una información incontestablemente positiva, según la cual "el curso que ahora comienza contará con 140.736 alumnos más que el pasado, hasta alcanzar los 7.747.253 estudiantes en aulas no universitarias. La mayor cifra de escolarización del sistema educativo español en toda su historia".

Partiendo de la convicción, ampliamente compartida, de que la inversión en educación es la más rentable de todas las posibles, el incremento del número de alumnos en todos los niveles de enseñanza constituye sin duda una buena noticia, que no debiera pasar inadvertida.

Es cierto que una de las razones que explican el creciente interés por la Formación Profesional es la falta de oportunidades de empleo, lo que sin embargo también puede llevar a la conclusión de que, aunque dolorosa, la crisis económica, haciendo de la necesidad virtud, estaría contribuyendo a corregir uno de los males endémicos de nuestra economía, al inducir comportamientos más adecuados a nuestras necesidades formativas.

Pero no sólo destaca el incremento de la Formación Profesional, que se cifra en el 6,4%, sino que el crecimiento en 51.000 alumnos en la etapa de Educación Infantil también debe ser puesto en valor, pues revela la firme decisión de extender progresivamente este nivel de enseñanza, con los beneficios que ello comporta tanto en términos de calidad y eficacia del sistema educativo, como de mejora de las posibilidades de conciliación de la vida familiar y laboral.

Por otro lado, el incremento sustancial que experimenta la inversión en educación, acometido en un contexto de severa reducción del déficit y el gasto público, también viene a poner de manifiesto la esperanzadora evidencia de que en el entorno de la crisis también se están sentado la bases del futuro desarrollo.

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