
En su intervención pública Rajoy se ha mostrado comedido, sensato, responsable, respetuoso con el vecino marroquí, quitando hierro al asunto. Un ejercicio de diplomacia que en el plano de las relaciones internacionales viene a ser el más inteligente y adecuado, pero que también es radicalmente opuesto al de la llamada arrebato y sublime indignación con que el PP quiso entorpecer las gestiones del Gobierno durante los recientes acontecimientos de este verano que acaba.
Nada que ver el planteamiento de la visita de Rejoy con el recurso a la testosterona y los valores patrios que Aznar vino a desplegar en aquellos momentos, y que aunque fue tan aplaudido por algunos, tal vez pueda explicar porqué esta visita de Rajoy, a diferencia de otras anteriores, ha suscitado una protesta que por improcedente, que los es, no deja de ser expresiva de que las relaciones con Marruecos no atraviesan su mejor momento, lo que nunca es una buena noticia para Melilla y los melillenses.
Tal vez sea que Rajoy se ve cerca de la Moncloa y empieza a asumir actitudes más responsables, sabedor de que las relaciones con Marruecos son asunto extremadamente delicado. Lo dudo. Lo que sí presiento es que el discurso moderado de ayer no es el que la parroquia popular hubiera deseado. Aunque no lo expresen, me temo que más de uno ha quedado defraudado.
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